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La “Conducta Empresarial Responsable”, como pilar fundamental en la operación de las empresas multinacionales.

  • Angélica Nava Serrano
  • 6 sept 2024
  • 6 Min. de lectura

En el contexto de la globalización y el constante avance tecnológico, las empresas multinacionales enfrentan desafíos cada vez más complejos en la administración de sus operaciones.

 

Las "Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales sobre Conducta Empresarial Responsable"[1], (en adelante las Líneas Directrices) contienen las recomendaciones dirigidas conjuntamente por los gobiernos adherentes (entre ellos México); a las empresas multinacionales y representan una guía esencial que promueve un equilibrio entre la maximización de beneficios y la responsabilidad social, medioambiental y económica. Estas directrices, aunque no son legalmente vinculantes[2], constituyen un marco de referencia clave que alienta a las empresas multinacionales, a adoptar prácticas que no solo cumplan con las normativas legales, sino que también reflejen un compromiso profundo con la ética empresarial y el desarrollo sostenible.



Las Líneas Directrices, se actualizan cada 10 años y, en esta última versión, se incluyen prioridades urgentes en materia social, ambiental y tecnológica. De igual manera se incluyen recomendaciones sobre cómo se espera que las empresas lleven a cabo la debida diligencia vinculando estas acciones a la “Guía de la OCDE de Debida Diligencia para una conducta empresarial responsable”, invitando a las empresas a adoptarlas, a fin de que puedan identificar y evaluar los impactos negativos reales y potenciales asociados a las actividades, productos y servicios de estas.

 

Para la implementación de las Líneas Directrices se cuenta con un mecanismo único denominado “Puntos Nacionales de Contacto”[3], siendo en el caso de México, la Secretaría de Economía, la encargada de implementarlas y fomentar su uso.

 

Las Líneas Directrices buscan garantizar que las operaciones de las empresas multinacionales se desarrollen en armonía con las políticas públicas, fortalecer la base de confianza mutua entre las empresas y las sociedades en las que desarrollan su actividad, contribuir a mejorar el clima para la inversión extranjera y potenciar la contribución de las empresas multinacionales al desarrollo sostenible. Cabe precisar que no se busca introducir diferencias entre empresas multinacionales y las nacionales, por el contrario, se busca que ambas estén sujetas a las mismas expectativas con respecto a su conducta.

 

De manera general, las Líneas Directrices reconocen y alientan los aportes positivos de las empresas al progreso económico, pero también se reconoce que las actividades empresariales pueden generar impactos negativos relacionados con los trabajadores, los derechos humanos, el medio ambiente, el cohecho, los consumidores y el gobierno corporativo. En este sentido, algunos de los elementos contenidos en las Líneas Directrices son:

 

1.      Transparencia y Responsabilidad.

 

Un principio que abarca transversalmente todos los aspectos de la operación empresarial es la Transparencia. Por ello, la divulgación de información, no solo cumple con un rol informativo hacia los accionistas y otras partes interesadas, sino que también se convierte en una herramienta para la rendición de cuentas.

 

Las empresas están llamadas a proporcionar información completa y precisa sobre sus operaciones, desempeño financiero y prácticas de responsabilidad social. Esto no solo fortalece la confianza en el mercado, sino que también asegura que las decisiones de inversión y las políticas corporativas se basen en datos verificados y en la realidad operativa de la empresa.

 

El respeto por los derechos humanos, refuerza esta necesidad de Transparencia y Responsabilidad. Las empresas deben adoptar una política clara de respeto por los derechos humanos, implementando procesos de debida diligencia[4] que les permitan identificar, prevenir y mitigar impactos negativos.  Este enfoque no sólo protege a las comunidades y a los individuos afectados por las actividades empresariales, sino que también resguarda a la empresa de riesgos legales y reputacionales que podrían surgir de sus operaciones comerciales, productos o servicios en virtud de una relación comercial, incluso si no contribuyen a dichos impactos.


2.      Ética en la Competencia Económica y Transparencia fiscal.

 

En un mercado global, la competencia justa y la ética fiscal son cruciales para garantizar un entorno de negocios equitativo y sostenible. Las Líneas Directrices enfatizan la importancia de que las empresas multinacionales se abstengan de participar en prácticas anticompetitivas, tales como la fijación de precios o el abuso de posición dominante. Este compromiso con la competencia leal no solo es vital para la salud del mercado, sino que también refuerza la credibilidad de las empresas en los diversos entornos en los que operan.

 

Asimismo, respecto a las cuestiones tributarias, se subraya la responsabilidad de las empresas de cumplir con sus obligaciones fiscales de manera transparente y ética. En un mundo donde la evasión y elusión fiscal son prácticas que erosionan la base tributaria de los estados y limitan su capacidad para financiar el desarrollo, las empresas deben asumir un rol activo en contribuir justamente a las economías de los países donde operan. La transparencia fiscal no solo evita conflictos con las autoridades, sino que también fortalece la legitimidad social de la empresa.

 

3.      Innovación y Sostenibilidad:

 

La innovación y la sostenibilidad son otros dos aspectos clave que las Líneas Directrices de la OCDE buscan promover.

 

A este respecto se enfatiza la necesidad de que las empresas adopten prácticas que minimicen los impactos negativos en el medio ambiente. En un contexto donde el cambio climático y la degradación ambiental son preocupaciones globales, las empresas tienen la responsabilidad de ser líderes en la adopción de tecnologías limpias y en la gestión sostenible de los recursos naturales. Este compromiso no sólo es ético, sino también estratégico, ya que asegura la viabilidad a largo plazo de las operaciones empresariales en un mundo donde los recursos son finitos.

 

En las Líneas Directrices, se destaca la importancia de que las empresas integren consideraciones éticas en el desarrollo y uso de nuevas tecnologías. El acceso y la transferencia de tecnología deben realizarse de manera que beneficien tanto a la empresa como a las sociedades, especialmente en países en desarrollo. Este enfoque es crucial para reducir las brechas de desarrollo y promover un crecimiento equitativo a nivel global. 

 

4.      Cabildeo.

 

Las empresas  deberán asegurarse de que sus actividades de cabildeo sean coherentes con sus compromisos y objetivos en los ámbitos cubiertos por la Líneas Directrices y en general, evitar esfuerzos para obtener excepciones no contenidas en el marco legal o regulatorio relacionado con los derechos humanos, el medio ambiente, la salud, la seguridad, el trabajo y los incentivos tributarios y financieros u otros temas, ello sin perjuicio del derecho que tienen de buscar cambios en el marco legal o regulatorio.

 

Conclusiones.

 

a.      Las Líneas Directrices constituyen un marco robusto que guía a las empresas hacia la adopción de prácticas que integren la ética, la responsabilidad y la sostenibilidad en el corazón de sus operaciones. Al seguir estas directrices, las empresas no solo cumplen con sus obligaciones legales, sino que también fortalecen su reputación y aseguran su viabilidad a largo plazo en un mercado global cada vez más exigente.

 

b.      En un entorno donde la presión por la responsabilidad corporativa es creciente, estas directrices no deben ser vistas como una simple recomendación, sino como un imperativo estratégico para cualquier empresa que aspire a ser competitiva y respetada a nivel mundial.

 

c.       La integración profunda de estos principios, en la gestión empresarial es clave para construir un futuro donde el desarrollo económico, social y ambiental puedan avanzar de la mano, beneficiando tanto a las empresas como a las sociedades en las que operan.

 

d.      Las Líneas Directrices han sido difundidas por la Secretaría de Economía, para alentar a las empresas a actuar de manera coherente con esta y a utilizar las guías de la OCDE sobre la debida diligencia para tal fin.

 

De igual manera queda a cargo de la Secretaría de Economía la obligación de responder a consultas legítimas[5] que realice la comunidad empresarial, las organizaciones de trabajadores, otras organizaciones no gubernamentales y el público en general.

 

Resulta oportuno señalar que, existen varias formas en las que la Secretaría de Economía podrá apoyar al gobierno en sus esfuerzos por desarrollar, implementar y fomentar la coherencia de las políticas públicas para promover la conducta empresarial responsable (CER), a través de planes de acción nacionales.

 

e.      Así entonces, es esperable comenzar a observar acciones de esta y otras secretarias de estado, que buscaran ir alineando sus esfuerzos con las disposiciones establecidas en las Líneas Directrices de la OCDE para empresas multinacionales sobre conducta empresarial responsable.


[1] Publicadas por la Organización para la cooperación y desarrollo económico (OCDE) en su portal, visible en: https://www.oecd.org/es/publications/lineas-directrices-de-la-ocde-para-empresas-multinacionales-sobre-conducta-empresarial-responsable_7abea681-es.html

 

[2] Es importante notar que algunos de los ámbitos cubiertos por las Líneas Directrices también pueden estar regulados por leyes nacionales o compromisos internacionales, por lo que será recomendable verificar en cada Línea, la normatividad vigente en México, para asegurarse que se ha implementado dentro de la empresa el debido cumplimiento de la regulación aplicable.

 

[4] Las Líneas Directrices sugieren que las empresas lleven a cabo la debida diligencia basada en riesgo, para identificar, prevenir, mitigar e informar acerca de como abordan los impactos negativos reales y potenciales.

[5] Ver numeral 20 de los “Comentarios a los Procedimientos de implementación” incluidos en las Líneas Directrices de la OCDE para empresas multinacionales sobre conducta empresarial responsable.



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